jueves, 3 de marzo de 2011

Bufones

Desde el Purón al Cabra, allá en el oriente asturiano, la Sierra Plana de Borbolla, pliegue atrapado entre los Picos de Europa y el Cantábrico, precipita su espalda norte sobre el mar. Escasa franja caliza vestida de praderías y paso obligado a través de los siglos entre las tierras bañadas por el Deva y la villa de Llanes. Camino de Santiago, ferrocarril, carretera y poblaciones se  arrebujan en tan pequeño espacio.  Costalera moldeándose a golpe de ola, embiste a embiste y que se muestra en sus fases para así ver, en una sola vida, lo que el agua tarda siglos en tallar.

Desde Puertas, en días de mar de fondo, se le oye soplar. Acercándote a  Arenillas con el noroeste dándote en la cara se les ve. Los bufones les llaman por el estruendo del agua al escapar entre las rocas. Acantilados ahuecados, entrañas horadadas,  golpeadas con violencia por las olas, rocas que, con el tiempo y los temporales, las marejadas se comerán. Como El Cobijeru, “playa desde donde no se ve el mar”, a dos pasos de Buelna, el pueblo que luce junto al camino altiva araucaria.
Entre ambas poblaciones, ya se adueñó la mar de otros roquedales  para regalar las ensenadas de Buelna y de Novales. Ya lo decoró con los arenales de Vidiago, Entremares y Buelna , salpicados  con islotes, hitos donde reconocer el antiguo límite entre tierra y mar. Espectaculares rincones donde los Islotes de los Picones, posadero de gaviotas, vigilan el acantilado que cae sobre la playa de Pendueles.  
Si el aire viene del nordeste y la mar está en calma, no soplan los bufones, pero brilla el sol, el agua es más transparente y se multiplica la gama de verdes del paisaje. Entonces, el viajero se hace caminante por los senderos, jugador en las boleras, romero en las fiestas, parroquiano en las tascas y tertuliano con los vecinos, pero, sobre todo, poeta mirando al mar desde los cantiles.


1 comentario:

  1. Buelna ha perdido la araucaria que, junto a la carretera, le daba una silueta singular al lugar. Su mal estado ha obligado a talarla antes que el viento y sus 40 metros de embergadura causaran alguna desgracia. Por lo demás, el recorrido de este tramo de la costa asturiana sigue siendo muy recomendable.

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