sábado, 26 de marzo de 2011

En la orilla opuesta

Uno de los accesos al polígono de Raos rodea un trocito de la antigua marisma que fue rellenada  para hacer el aeropuerto y las carreteras. Un trocito de marisma que sobrevive entre la A67, la S10 y el ferrocarril y donde, según la época del año, se pueden encontrar allí establecidas, imperturbables a la locura circulatoria que les rodea, distintos tipos de aves. La garza y varias ánades son muy habituales, pero también es fácil contemplar cormoranes y una pareja de fieles cisnes.
Lástima que ayer, al atardecer, cuando me acerqué con la cámara para intentar captar su silueta y su reflejo en el agua, la garza se alejó a la orilla opuesta.


























Ya entrada la noche, me entretuve en capturar las luces de la ciudad y del puerto que se reflejan en las oscuras aguas de la bahía. Ante tantos destellos, y sin apenas viento que les meza, los botes fondeados en ésta zona pasan desapercibidos en la penumbra y no se volverán visibles hasta que se escondan los resplandores empujados por la claridad del amanecer. De nuevo la silueta y su reflejo estaban en la orilla opuesta.



1 comentario:

  1. hay ocasiones que las cosas tienen que estar en la otra orilla para observarlo con otra perspectiva.
    ... suena interesante

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