Albos en el largo invierno, envueltos de vientos gélidos, hielo y piedra. Agostan secos, pedregosos, de sol reverberante. Sin un arroyo, sin un árbol. Gris piedra y roca, calizas verticales, pedreras en equilibrio. Desierto de la España verde, la que se extiende a sus pies. Al norte, a tiro de piedra, el mar, de donde llegan los temporales que los cubren de blanco y frío.
Los Picos, destacando el Pico Urriello,
dede San Vicente de la Barquera
Desde allí, desde el mar, se les ve altos, a 2000 metros, silueta en el atardecer, altivos al amanecer.
El macizo oriental desde Liébana. Peña Vieja sobresale por el collado de Cámara. Otras cimas: Cumbre Avenas, Jisu, Prao Cortés, Cortés, Tabla de Lechugales, Silla Caballo,...
A Liébana le abrazan dando protección, carácter y ornamento. “La Peña” para los del lugar, “Picos” para los de confianza, y de Europa para los ilustrados y los libros. Paraíso de rebecos. Terreno de juego de escaladores, creadores de imaginativas rutas, derroche de resistencias, aventuras y gestas para la historia. Sumideros gigantes para espeleólogos por donde la roca se bebe la nieve que riega los manantiales del valle.
Macizo Oriental desde Aliva
Peña Vieja vista desde el camino que desde Espinama da acceso a Aliva
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