viernes, 22 de abril de 2011

Cornudo y apaleado

Ante todo quiero dejar claro que va en sentido cariñoso y no aludo a ninguna circunstancia a las que suele hacer alusión esta expresión. Mas bien a dos situaciones distintas que me he encontrado estos días desempeñando mi trabajo en lugares diferentes y distintos protagonistas. Sí, he dicho bien, trabajando. ¡Qué le vamos a hacer!… no todo el mundo disfruta del largo puente.
Lo primero que encontré fue al cornudo. La mañana del jueves en el camino que en el barrio Ancillo de Argoños lleva al molino de mareas de  Jado. En realidad, para él, cabrón de casta, lucir unos buenos cuernos forma parte de su personalidad, de privilegio para con las hembras y de dominio sobre la manada. Pero lo que le diferencia del resto de machos de su especie, y desconozco si le otorga privilegios extras, es la duplicidad de sus  protuberancias que luce orgulloso y sacando pecho para la cámara, como si fuera consciente de que su testa resulta particularmente llamativa.

Al apaleado lo encontré al día siguiente. Humano, voluntario para recibir latigazos y orgulloso de vivir la experiencia. Sergio Albo interpretaba el papel de Jesús en la Pasión Viviente que la población de Castro Urdiales escenifica con gran realismo desde hace 27 años. Había ensayado todas las escenas menos esa, la de los latigazos, para que no le quedaran marcas, así que descubría la dureza de la escena mientras que la interpretaba en presencia del numeroso público y de su madre en la vida real, Ana Raquel Vega, que interpretaba a María. Pura Pasión.













No hay comentarios:

Publicar un comentario