sábado, 30 de julio de 2011

La más grande


Siempre lo ha sido, hasta que hace pocos años los cartógrafos realizaron nuevas mediciones y determinaron que no, que Peña Vieja (2.613 m) ya no es la mayor cúspide de Cantabria, que lo es Torre Blanca (2.615 m), aunque todas sus laderas no estén en tierras cántabras.
Ruta de ascensión: La Vueltona. Al fondo la Cordillera Cantábrica.
Llegando a la bifurcación: Madejuno, Tiro LLago,...
Collado de la Canalona. Al fondo Torre Blanca.
Hoy, para aquel niño que hace 36 años subió ilusionado a su cima por primera vez, sigue siendo la más grande, el “techo” de Cantabria, el magnífico mirador donde contemplar un gran panorama de Los Picos de Europa. Una montaña especial. Allí esperaba haber hecho de guía para que su padre cumpliera también el deseo de ascenderla y que su muerte prematura impidió. Allí, en vías como el Espolón de los Franceses, sobre los puertos de Áliva, disfrutó intensamente de la escalada y de la montaña.
Aguja de la Canalona. Una montaña también muy especial (será otra historia).
Desde cerca de la cumbre: La Vueltona y la Jenduda. Al fondo las montañas palentinas.
Desde la cumbre, bajo la nube: Peña Olvidada y Fuente De. Al fondo: Bistruey, Curavacas, Peña Prieta, Tres Provincias, Coriscao, Espigüete,...
Al fondo Peña Santa de Castilla (en el macizo occidental), a la derecha Torrecerredo (2.648 m) la cima más alta de Picos de Europa.
 
Panorámica de dos fotos: Vista general de la mayor parte del Macizo Central (con la cara sur del Picu Urriello), la sierra asturiana de Cuera y el mar Cantábrico al fondo (derecha).
Hoy, con la más grata compañía y después de haberlo contemplado tantas veces desde lo más alto, el panorama sigue impresionando. Las cumbres, el horizonte del mar, los espectaculares desniveles,… y uno no puede evitar recordar y cerciorarse de que los retos y las superaciones juveniles vividas en esa y otras montañas forjaron un carácter y una fuerza interior que sirvieron, a lo largo de los años, para superar momentos adversos.

Una mirada joven sobre la parte final de la ascensión a Peña Vieja.



domingo, 24 de julio de 2011

Ahora, entre el recuerdo y la añoranza.

Los viajes comienzan mucho antes del propio viaje. También terminan mucho más tarde. Afortunadamente se empieza a viajar cuando se prepara el itinerario, buscando información, interesándose por los lugares de visita obligada, seduciéndose por el paisaje y por el paisanaje. El fin del viaje también se prolonga más allá en el tiempo que en el ineludible regreso a casa, se alarga, claro, con los recuerdos, pero también cuando reclaman tus impresiones amigos y familiares. A veces un viaje no termina nunca, o, al menos, hasta que no comienza el siguiente.


Este viaje a Guatemala, quizá, y para mi sorpresa, empezó mucho antes, hace 18 años con la primera visita al país. Una visita que acentuó aun más la particular visión del mundo que había ido descubriendo en otros lugares tan dispares y que ha provocado una especial curiosidad para ésta nueva ocasión.
Ahora, ya en casa, aún “viajando”, se es consciente aún más de lo vivido y lo visto, el entrañable recuerdo de las personas que quedaron allí y el optimismo (la vez anterior no fui tan optimista) por el futuro de ese país centroamericano, tan espectacular y con tantos recursos. Sin la extraña sensación de tanta presencia militar –y algo más que presencia-y una guerrilla que les retaba, ahora el país trasmite más tranquilidad, más progreso y menos abandono. “El gobierno va a hacer mas carreteras, porque ya no caben los baches”, decían entonces; ahora las carreteras y autovías, y un parque automovilístico nuevo, nada tienen ya que ver con las de entonces. Así también otras muchas cosas, incluidos los servicios turísticos, más y mejores, y hasta han proliferado los centros comerciales. Un país notablemente mejorado, si exceptuamos la violencia que, principalmente en la capital, alimenta unas malas estadísticas y propicia que algunas personas vivan condicionadas por una constante autoprotección. La superación de esa situación y la mejora de los servicios públicos, en especial los sanitarios, son todavía la asignatura pendiente de los sucesivos gobiernos, de los que tampoco, lamentablemente,  los guatemaltecos esperan grandes logros.

Hotel "Aurora", en una bonita casa colonial de Antigua

Centro Comercial en Santa Elena, Petán, de reciente construcción

La enorme repercusión social y mediatica del asesinato de Cabral

Ensayos de "Oveja Negra", rock progresivo made in Guate

Mientras, ojalá, con los ritmos de “Oveja Negra” sonando de costa a costa, las nuevas generaciones bien formadas y comprometidas consigan un equilibrio social y hagan de este país lo que se merece.

sábado, 23 de julio de 2011

Escenas cotidianas

El día a día
Cada día es una nueva historia. Cada uno un personaje. A diario la rutina, la faena, el trabajo, el estudio, la venta, una nueva historia que se repite. En coche, andando. Una llamada de telefono. Una siesta. Siempre es así. Para el vendedor de frutas, para el florista, para el cocinero de chorizo y chicharrón, para las cocineras de tortillas,… en el altiplano, en Sololá, en Antigua, en la capital,…

















Sólo para el visitante, para el turista, cada día la rutina se rompe con cada estampa en cada rincón del país, cada historia y cada personaje, por desconocido, se antoja distinto y de interés.




“Me siento seguro”…
…no es un slogan publicitario en Guatemala. Es la sensación que busca el guatemalteco.  Los muros y cierres de las casitas rematados con espirales de alambre de espino y la presencia por todas partes de vigilantes con chaleco antibalas y fuertemente armados sorprende al recién llegado. Están en las puertas de los salones de belleza, en cualquier tipo de oficina, en gasolineras, centros comerciales, restaurantes, tiendas… y, por supuesto, en los bancos.  Son parte del paisaje urbano, especialmente en la capital donde muchos de los coches llevan cristales tintados incluso en el parabrisas, y a lo que, al final, como siempre, uno se acaba acostumbrando.
Son sólo algunas de las escenas cotidianas que capturé en éste maravilloso país.


viernes, 22 de julio de 2011

Un arco iris

Dicen que Guatemala es el país de la eterna primavera. Verdaderamente, en época de lluvia o en época seca es un país de paisaje verde, muy verde, de mañanas luminosas -y las tardes cuando no llueve- y de un impresionante colorido en la vestimenta de sus habitantes, especialmente de los indígenas, en la vegetación subtropical de exuberante flora y en la arquitectura. Edificios religiosos o casas coloniales, edificios de nueva construcción en zonas rurales, o, incluso, humildes inmuebles utilizados de soporte publicitarios, alegran el panorama al viajero.









ROJO






BLANCO



NARANJA





AZUL


AMARILLO