domingo, 18 de septiembre de 2011

Sabor a mar

Con días soleados o nublados, con viento o con lluvia la costa de la Arnía resulta siempre espectacular. Da igual si la luz es de la mañana o de la tarde, su relieve agreste y el mar cantábrico, rara vez en calma, crea un panorama que no resulta indiferente a nadie. Durante siglos las olas han ido tallando los cantiles, golpe a golpe con cada marea, para crear un paisaje peculiar donde, en la bajamar, quedan innumerables pozas llenas de vida, llenas de una variada fauna costera a la espera de que la pleamar una su charca con el océano. Al lado los arenales, rampa natural para los barquitos de los pescadores locales y hermosa zona de baños, de mar y sol, en los días de bonanza. Aunque éste viajero, que anduvo su niñez por estos lares, extraña el término con que denominan últimamente a ésta zona de la costa, pues nunca se lo oyó a los viejos del lugar y no es cuestión inventarse nombres si ya los hubiere.



 

Un lugar donde uno pierde la noción del tiempo contemplándolo desde lo alto o paseándolo al nivel del mar. Claro que si además se ha reservado mesa al borde del acantilado, lógicamente con menú a base de productos del mar, la visita se convierte en un regalo para todos los sentidos. En “El Cazurro” no son lo mejor las extraordinarias vistas que se contemplan desde la mesa, sino las delicias de su sencilla carta. Degustar su arroz con bogavante acompañado de un albariño mientras las gotas de lluvia golpean los ventanales y el mar va cambiando de color, siempre es un deleite, un deleite con sabor a mar.


Fotografías: Laro del Río y Amokas  

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