domingo, 13 de noviembre de 2011

Espolón de los Franceses a Peña Vieja

Del siglo pasado (2)
Hacía un día espléndido. Antes de que llegara el primer teleférico del día a la estación superior, y con él los primeros montañeros, ya estábamos escalando los metros iniciales de la vía. Habíamos dormido en el refugio y con las primeras luces habíamos realizado el recorrido que nos separaba de la base de la pared. Merche tarareaba sin cesar “hoy no me puedo levantar, nada me puede hacer andar...",  uno de los éxitos de Mecano de ese año. Cuando realizábamos el tercer largo de cuerda, los cuatro ya cantábamos contagiados las mismas estrofas una y otra vez mientras trepábamos con soltura por la roca caliza. Otras cordadas iniciaron la escalada. Poco a poco nos alejamos del suelo y contemplamos las praderías de Áliva  en toda su amplitud. Estábamos bien, así que los largos se sucedían con rapidez, disfrutando de la escalada y del día y tarareando la canción que se nos había quedado pegada.







Luego, ya casi arriba, hubo que deshacer el camino. Largo tras largo nos vimos obligados a descender, rappel tras rappel, hasta la base. Solidaridad y compañerismo obligaba pues uno de los escaladores que hacían la ruta varios largos detrás de nosotros se golpeó la pierna con un bloque que se desprendió y produjo un gran estruendo en la base de la pared. Con la colaboración de otra cordada y con el material conjunto -sin ninguna ayuda exterior-, le descendimos porteandole a la espalda. Mientras unos abrían el camino instalando los rappeles, el segundo equipo descendía asegurando el descenso de porteador y herido. Finalmente, cerraba yo recuperando cuerdas. Antes del atardecer el accidentado ya viajaba en un todo-terreno camino del hospital y nosotros hacia un merecido descanso.



 Preparativos e inicio del rescate



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