jueves, 12 de enero de 2012

Dos hermanas

Se le alegra a uno el espíritu cuando se tropieza con belleza, cuando se cruza con originalidad y creatividad, cuando algo atractivo te hace reaccionar los sentidos, especialmente si están adormecidos por la monotonía. Se agradece además ante tanta sobriedad y seriedad, ante tanta tecnocracia y tanta sensatez, tanto pensamiento calculado y políticamente correcto.
Si además trae aire fresco, viene libre de condicionamientos y tendencias, es descaradamente joven e independiente, miel sobre hojuelas.
Se alegra uno cuando descubre el talento de las nuevas generaciones, sus cualidades innatas y su interés por adquirir conocimiento. Recupera uno la fe en el ser humano que va perdiendo cuando una parte de la humanidad sufre injusticia, insolidaridad, penalidades… y con la pasibilidad –que es complicidad- de la otra parte. Mientras exista la sensibilidad el mundo puede mejorar.


Y sensibilidad es lo que tienen dos hermanas, Ángela y Elena, tan descaradamente jóvenes como promesas creativas. Tiempo al tiempo.
Una es palabra, extenso verbo, mínima expresión para  textos sublimes que nos deleitarán, ya lo hacen, negro sobre blanco.
La otra interpreta. Juega con la luz, con el instante, con el detalle. Mira el mundo con ojos bellos y nos regala lo que ve.
Las dos hacen poesía

Foto:  Elena Miranda Ibarra
Es difícil pensar con la cabeza llena de lluvia,
distinguir el olor de la tierra mojada
del sudor  de la almohada.
Cierra los ojos antes de ponerte a respirar.
Hemos olvidados que el acero una vez fue frágil,
que el “yo qué sé” y la obviedad
caminan de la mano, y que,
algún día,
la niebla formará el rocío
del que beberán todas

las esperanzas
Ángela Miranda Ibarra
http://ataraxiae.tumblr.com/
Tú me dices
niña,
niña,
niña…
Y yo te respondo:
¿qué?
¿qué?
¿qué…?
A veces tú y yo no tenemos medida.
Foto: Elena Miranda Ibarra

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