viernes, 26 de diciembre de 2014

Flotando en el azul


Cada instante, cada amanecer, cada brisa que sopla, que cambia de rumbo, cada barco que pasa, al partir o al llegar… es una luz distinta, es una imagen diferente en la bahía de Santander.
Una ciudad siempre enmarcada por agua, un mar con fondo de ciudad, como el telón de fondo que limita el final de un escenario que cambia una y otra vez, donde deambulan los actores del devenir cotidiano en una representación sin fin pero siempre con un guión diferente. Una escena imposible de dejar de ver para no perder un momento diferente, no perderse una escena, un momento mágico.
Sólo cuando las nieblas mañaneras retiran el telón de fondo, la ciudad sempiterna desaparece de la escena, el cielo y el mar se juntan, se hace el infinito. Entonces, solo entonces, todo es ligero, entonces todo flota en el azul.


lunes, 8 de diciembre de 2014

Una travesía histórica

Tal día como hoy,  hace 35 años, cuatro cántabros iniciaron la travesía del sistema subterráneo Cueto Coventosa. Fue el 8 de diciembre de 1979 cuando Ángel Alfonso, Vicente Manchado (Charly), Javier Jorde y Pedro Zubieta, de la Sección de Espeleología del Seminario Sautuola (Museo de Prehistoria), se introducían en las profundidades de la tierra por la sima El Cueto y salían a la superficie dos días después por la entrada de Coventosa tras haber descendido mas de 800 metros por las entrañas de la Peña Lavalle. Se convirtieron así en los primeros espeleólogos españoles, segundos del mundo, en lograr esta gesta.
Habían iniciado el recorrido descendiendo el pozo Juhué, una vertical absoluta de mas de 300 metros que, junto a una sucesión de pozos y galerías, configura la sima El Cueto. La boca de esta sima se encuentra próxima al pico Mosquiteru cerca de Arredondo.  A través del Agujero Soplador se comunica ésta cavidad con el techo de  la Galería de los Lagos, en la  cueva Coventosa. Esta caverna es un laberinto de galerías superpuestas  y ríos subterráneos con mas de 34 kilómetros de desarrollo que desciende hasta el nivel freático del río Asón en la Cuvera, entre el pueblo de Asón y Arredondo. Precisamente, el descubrimiento de esta unión el 13 de abril de 1979 por Ph. Morverand , F. Charpentier y P. Lavigne (del Spéléologues Grenoblois Club Alpin Français) que,  junto a miembros del G.E.S.C.M. de Barcelona y del Speleo Club de Dijón, habían dedicado dos décadas a la exploración de éstas cuevas, permitió que los días 24 y 25 de mayo de ese año, 8 espeleólogos del propio S.G.C.A.F. consiguieran, entrando por El Cueto y  saliendo por Coventosa , unir las dos cavidades.

Ángel, Charly, Javier y Pedro habían pernoctado la víspera de la travesía en una cabaña de Buzulucueva, donde me reuní con ellos cuando ya preparaban el equipo y se vestían los monos impermeables. Poco después recorrimos el camino que, a través de un karst, conduce a la dolina donde se encuentra, casi pasando inadvertida, la boca del pozo Juhué. Como en un intento anterior  ya habían  instalado en la sima  la cuerda de descenso, rápidamente fijaron a sus arneses los bloqueadores (jumars) y dos descensores cada uno, se ajustaron los cascos, encendieron con los piezoeléctricos los carburos y se colgaron de la cuerda sobre el abismo. El primer espeleólogo inició el descenso. Contemplamos como su silueta, y la llama que bailaba sobre su casco, se empequeñecía al tiempo que iba iluminando con un anillo de luz el tubo vertical del espectacular pozo. Cuando superó el primer fraccionamiento (anclaje intermedio) de la cuerda, lo comunicó y el siguiente se colgó del descensor repitiendo la operación. Así fueron iniciando la bajada los cuatro deportistas creando con el escalonamiento de sus luces una perspectiva sobrecogedora del abismo. Un rato más tarde, nos despedíamos citándonos a su salida dos días después. Cuando nos fuimos, el primero aún no había llegado a la mitad del descenso pero en la profundidad ya era un lejano puntito luminoso.





















 
La travesía lograda por los deportistas cántabros puso de manifiesto el alto nivel alcanzado por la espeleología a finales de los 70 y supuso el comienzo de una nueva época de ésta actividad en España; sin duda, marcó un antes y un después en la exploración subterránea. Además, el atractivo del recorrido se extendió rápidamente por los ambientes espeleológicos, lo que propició que en los siguientes años, la travesía Cueto Coventosa se convirtiera en objetivo de numerosos equipos tanto españoles como extranjeros. Para muchos espeleólogos, tras conseguir un alto nivel técnico, especialmente en el descenso de simas, realizar esta travesía supuso el logro máximo en su vida deportiva y la prueba que revalidaba ese nivel técnico alcanzado.



Del siglo pasado (17)
Ilustrado con las imágenes obtenidas durante el proceso de digitalización de los originales.


Enlace de un blog hermano con el relato de la aventura a cargo de uno de los protagonistas de la travesía y en el que me cita:
http://adptresmares.blogspot.com.es/2016/03/travesia-cueto-coventosa-sess-1979.html

lunes, 17 de noviembre de 2014

Viento, lluvia y sol

 
Hay días que van cambiando tanto según avanzan las horas que resultan de lo mas variados y amenos. Al amanecer es difícil prever cómo va a desarrollase la jornada, mas aún cuando la intención es dedicar el día en ascender una montaña, aunque ésta sea de una altitud modesta. Para nuestra grata sorpresa, la ascensión al pico San Vicente, desde Ramales de la Victoria, nos deparó una jornada variada, tanto en lo que se refiere a la climatología como a la variedad de paisaje y terreno por donde discurre la ruta.  
Así, comenzamos el camino con tiempo despejado y bastante viento sur; luego, se nubló; mas tarde, llovió; para terminar saliendo el sol y, ya de regreso, disfrutar de un bonito atardecer.
En cuanto a la ruta, discurre al principio junto al río Gándara, con pequeños desniveles pero sin apenas ganar altura, en dirección al Valle de Soba. Después, se interna en un denso encinar, por debajo de los farallones que bajan espectacularmente desde la cumbre, iniciándose una continua ascensión, pasando junto a una cavidad rocosa, hasta el barrio de Manzaneada, en Rozas. Tras atravesar unas praderas y una zona de brezales y escajos, se inicia la ascensión final por un laberíntico karst donde se va descubriendo el siguiente paso cuando se da el anterior y es necesario, a veces, ayudarse con las manos. Ya en la cumbre, literalmente sobre Ramales, las vistas se extienden por el norte sobre el mar desde Santander hasta el monte Candina, con Santoña y el Buciero. Por el sur, todo el Valle de Soba, desde Los Tornos hasta el Picón del Fraile. También se contempla a vista de pájaro El Valle del Silencio en el pico El Moro, la pared del Eco y la escuela de escalada.
 
 El pico San Vicente desde Ramales de la Victoria









 Último tramo de la ascensión


  Valle de Soba







 Sierra del Hornijo


 Valle del Asón y Sierra de Breñas


 Marismas de Santoña y monte Buciero


 Ramales de la Victoria


 Valle del Silencio y Pico del Moro. Abajo, Pared del Eco, cuevas prehistóricas y escuela de escalada










 Río Gándara

 


                                    Fotografías realizadas el 15 de noviembre de 2014