domingo, 26 de enero de 2014

El traqueteo del tren



Amodorrado contra el cristal va pasando el tiempo y poco a poco pasan también árboles y paisaje, puentes y casas, lentamente, como lo hacen los vagones ascendiendo por un trazado inalterado desde su inauguración en el siglo XIX, en tiempos de Isabel II.  Largas paradas en las estaciones y de nuevo el lento avanzar dejando atrás la lluvia y descubriendo el cielo azul castellano. Entre cabezadita y cabezadita de sueño, de aburrimiento, se ve uno en aquellos viejos trenes de vapor, con rítmicos sonidos y el característico olor a humo de carbón, el pitido de las máquinas al iniciar el movimiento en cada parada y el traqueteo… la megafonía me saca de mi recuerdo para anunciar una parada para cambiar el ancho de vía –“es posible que se detenga la proyección de la película”- y el convoy silencioso y sin traqueteo se detiene. Viajo en un Alvia desde Santander a Madrid. Hace cuatro horas que partimos y aún estamos en Valladolid. Trenes del siglo XXI, sin monótono traqueteo, pero a velocidad de 1900.











Fotografías realizadas el 22 de enero de 2014 con una cámara compacta Olympus VG-130

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