miércoles, 30 de julio de 2014

Castro Valnera



Aunque con un nombre descriptivo muy común en Cantabria –Castro-, no hay restos de antiguas fortificaciones prerromanas en su cumbre que justifiquen el término; sí es de Valnera, porque se ubica en esta zona de montañas próxima a Espinosa de los Monteros. Aunque su vertiente norte, la que vierte aguas al Pas, cae espectacularmente sobre el Pandillo, no es una cumbre de altura excepcional, eso sí, es la cota más alta de gran parte de la Cordillera Cantábrica. Desde el Piquiliguardi, en Campoo, no hay otra cima que supere sus 1.717 metros hasta el Pirineo navarro. Además de límite de aguas –Mediterráneo y Cantábrico- su cima, visible desde la costa –desde Santander se observa al fondo de la bahía- marca el límite entre las tierras burgalesas, Castilla-León, y Cantabria.
 
 Valle glaciar de Lunada, cuenca alta del Miera. Al fondo, el macizo de Las Enguinzas.


 Ascensión por el collado Bernacho


Fotomontaje donde se aprecia la verticalidad y el gran desnivel (mas de 1.000 metros) de la ladera que vierte a la cuenca del río Pas. Arriba a la derecha, se aprecia el barrio pasiego de Pandillo.
 
Las Machorras (Burgos) con las cimas de Peña Lusa e Inmunía






 


Fotografías realizadas el 21 de junio de 2014

viernes, 18 de julio de 2014

Begoña nos enseñó a comprender…

 
Cuando de pronto sonó la sirena de la lonja de Bermeo anunciando la llegada de un pesquero, nos dio un vuelco el corazón. Pese a que ya habían pasado dos días de nuestra visita a Guernika y de haber escuchado, sentados en el salón de su casa, el afectuoso relato de Begoña sobre lo acontecido durante el bombardeo, no pudimos evitar el sobresalto. Y es que, aquel salón reproducido en el Museo de la Paz, uno de los pocos dedicados en el mundo a esta temática, trasmite las sensaciones que se vivieron allí el 26 de abril de 1937. Uno percibe la tensa tranquilidad de la guerra aún lejana en los días previos, la jornada mañanera de bullicioso mercado y la tarde de tragedia, la posterior desolación y el espectacular silencio: “Desaparecieron los pájaros, han matado todos los pájaros”.
Tras el relato de Begoña, otros testimonios dibujan el sentir de los supervivientes: “Salir del refugio y ver aquello fue horrible. Todo el ferial quemado, todo era incendio. Todos temblando ¡Cómo nos íbamos a imaginar que iba a suceder eso! ¡Todo un pueblo quemado! ¡Ni hablábamos del susto que teníamos!”
Ninguna sensación de rencor. Es que, pese a los años de negación oficial y silencio, en Guernika, lejos de alimentar afán de venganza, se fraguó un anhelo de paz y perdón que se hizo realidad oficial al final de los años ochenta. Símbolo de los horrores de la guerra, hoy es el faro de la reconciliación con su Museo de la Paz, gestionado por una fundación, para conservar la documentación, recopilar todo lo que incremente la memoria colectiva, fundamental para no repetir los errores,  y, al mismo tiempo, exponer, difundir y orientar al visitante en las ideas básicas de la cultura de paz. Un museo que con emotividad y empatía nos enseña el camino de la reconciliación. Todo un ejemplo.
 
El salón de Begoña después del bombardeo
 


Vidrieras de la Casa de Juntas


Casa de Juntas. El Árbol Viejo


Casa de Juntas. El árbol Nuevo
 

Parque de los Pueblos de Europa.
"Monumento a los Mártires de Oradour",
de Apel.les Fenosa
 

Parque de los Pueblos de Europa.
"Gran figura en un refugio",
de Henry Moore
 



Parque de los Pueblos de Europa.
Tres visiones de "La casa de nuestro padre",
de Eduardo Chillida
 
 
Fotografías realizadas en junio de 2014
(Costa Vasca, y 6)


 

martes, 15 de julio de 2014

De puertos y arenales


Desde Bermeo, en la ría de Urdabai, por donde llega al mar el Oka, hasta la playa de Zarauz, se suceden por toda la costa algunos arenales y pequeños puertos que se acurrucan entre los acantilados. Las desembocaduras del Artibai, el Lea , el Deba o el Urola son el refugio idóneo de las embarcaciones con las que se forjaron durante siglos, a golpe de galernas, los rudos pescadores; antaño diestros cazadores de ballenas, ahora hábiles atuneros; y también los experimentados navegantes del Cantabrico. Son puertos que huelen a historia, pequeñas dársenas que se han ido ganando al mar construyendo espigones que detienen el embiste de las marejadas. El hogar de generaciones que vivieron siempre mirando al norte, mirando al horizonte recto del océano; unos, para salir a faenar en cuanto hiciera buena mar; otros, esperando el regreso de los suyos cuando amenazaba temporal.
 
Bermeo


 





Mundaka
 







Lekeitio


 










Mutriku










Deba










Zumaia










Guetaria










Zarauz












Fotografías realizadas en junio de 2014
(Costa Vasca 5)