jueves, 25 de septiembre de 2014

Subir a la cumbre y bajar al mar



“Apenas liberó la cuerda del descensor, ya sobre la pedrera en la base de la pared, y mientras recuperaba el último rápel, se imaginó saboreando una cerveza fresquita junto al mar. Tan solo unas horas antes, poco después del amanecer, había subido por la canal de La Celada hacia la cara sur. La escalada al Urriello se había dado bien y habían llegado a la cima muy pronto. Desde la cumbre se veía el mar, tan cerca que parecía estar a tiro de piedra, así que allí mismo decidió ir a la playa esa misma tarde”.
Y es que las cumbres de los Picos de Europa se reflejan en el Cantábrico y a las cimas y las paredes calizas llega el frescor de las olas cuando rompen en el acantilado. A veces, las nubes que se cargan de humedad en ese mar, encallan en las laderas y tapan con un telón ambos paisajes para no dejarnos ver el horizonte desde las alturas o privarnos del sol en la costa. Pero cuando se despeja, las cumbres y el mar forman el mismo paisaje y un escalador que baja del Picu por Cabrales, puede llegar a Llanes antes del atardecer. Es posible vivir en la misma jornada por las peñas de pastores y montañeros y en los acantilados y ensenadas de los pescadores.

















 
 
Fotografías realizadas el 20 de septiembre de 2014
 

martes, 16 de septiembre de 2014

Subir al cielo



Para subir al cielo, eterno anhelo desde que los humanos son humanos, es necesario, además de un gran esfuerzo y una suprema voluntad, que el camino no se llene de obstáculos, que la naturaleza te de una oportunidad y no se oponga a tu incursión desatando sobre ti sus adversas condiciones atmosféricas. Porque para llegar al cielo, ingenuos y arrogantes mortales, sólo hay dos formas posibles, volando como las aves o encaramándose en lo mas alto de las montañas. Claro que, como imperfectos seres que somos, una vez disfrutado por primera vez de la dicha de ver el mundo a nuestros pies, nos condenamos a repetirlo una y otra vez, a subir hasta el cénit cada vez que una montaña nos oculta el horizonte. Inevitablemente, quedamos así obligados a sentirnos encarcelados cuando permanecemos en el fondo del valle.
En el cumplimiento regular de esa condena, amanecimos por el Collado de Pandébano cuando el sol ya iluminaba Cuetos Albos y el Neverón de Urriello. Por la Tenerosa ya nos observaba el “Rey de Picos”, el Urrielo, y, aunque el color del cielo se tornaba amenazante, nuestra ascensión continuó por la canal de Las Moñas y la Vega de Tortorias. Por el Coterón, las primeras gotas de lluvia nos nublaban la visión de Peña Castil y Urriello y nos avisaban que, en esta ocasión, el cielo se ocultaría tras un telón de nubes negras. En el collado de Camburero la lluvia era ya persistente.
Pero por las alturas, entre altas cumbres, la meteorología es a veces caprichosa. Apenas un par de horas después, nuestra osadía era exonerada, el cielo se despejaba y el sol volvía a brillar para que ofreciéramos  nuestro respeto a la “montaña de las montañas” y entonces, sólo entonces, el horizonte se extendió hasta el mar.
Ya caía la tarde cuando retornábamos al valle volviendo sobre nuestros pasos, deshaciendo el pindio camino de subida, dejando atrás el gris árido de las peñas y alejándonos de nuevo del cielo. Entonces, volví la vista y comprobé como el Urrillo verificaba desde lo alto que volvíamos a cumplir nuestra condena.
 



Collado de Pandébano. al fondo, Neverón de Urriello y Cuetos Albos
 



Majada y refugio de La Tenerosa. Cima del Pico Urriello (asomando)
 





Al fondo, Bistruey y Curavacas (Cordillera Cantábrica)
 




De izquierda a derecha: Peña Castil, Urriello, Neverón y Albos (desde el Coterón de Tortorias)
 


Cumbre de Peña Vieja (entre las nubes)





Macizo oriental desde la Vega de Tortorias
 


Cara este y norte del Pico Urriello ("el Rey de Picos")
 


Al fondo: Carreña (Asturias).
Desfiladero de la izquierda: Canal del Tejo (entre Poncebos y Bulnes)
 



El pueblo de Bulnes


 
Desde las Vegas de Tortoria (de izquierda a derecha):
Macizo Oriental, valle del Duje, Escamellao, Cueto Alba y Cueto Juan de la Cuadra

 


Al fondo, el pueblo de Sotres
 


 

























                                          Fotografías realizadas el 13 de septiembre de 2014

miércoles, 10 de septiembre de 2014

A los Cuatro Vientos



Imposible ir mas al norte por tierras asturianas, aunque el Cabo de Peñas adentra la tierra en el mar tanto que, cuando se llega al borde del acantilado, hay que volver la vista hacia atrás, a un lado y al otro, para otear la línea de costa. Una costa plagada de islas e islotes, de puntas y playas, altos acantilados, ensenadas y playas. Un lugar sin duda complicado para navegar, aún está reciente el recuerdo del último naufragio,  donde La Herbosa y El Pegollo son la referencia que los patrones rodean, si vienen de poniente, para enfilar sus embarcaciones hacia la Punta de la Vaca y llegar de arribada a Luanco. No es de extrañar que desde antiguo se hicieran hogueras para señalizar el lugar, antecedentes del faro que ahora se yergue en lo alto desde el siglo XIX. Paisaje singular y espacio protegido por su riqueza geológica,  arqueológica y con especies animales y vegetales características del hábitat costero, supervivientes de una vida expuesta al salitre, a las galernas y a los Cuatro Vientos que señala la veleta en lo mas alto del faro.
 





















 
 
Fotografías realizadas el 7 de septiembre de 2014