Imposible ir mas al norte por tierras asturianas, aunque el
Cabo de Peñas adentra la tierra en el mar tanto que, cuando se llega al borde
del acantilado, hay que volver la vista hacia atrás, a un lado y al otro, para otear
la línea de costa. Una costa plagada de islas e islotes, de puntas y playas,
altos acantilados, ensenadas y playas. Un lugar sin duda complicado para
navegar, aún está reciente el recuerdo del último naufragio, donde La Herbosa y El Pegollo son la
referencia que los patrones rodean, si vienen de poniente, para enfilar sus
embarcaciones hacia la Punta de la Vaca y llegar de arribada a Luanco. No es de
extrañar que desde antiguo se hicieran hogueras para señalizar el lugar,
antecedentes del faro que ahora se yergue en lo alto desde el siglo XIX. Paisaje
singular y espacio protegido por su riqueza geológica, arqueológica y con especies animales y
vegetales características del hábitat costero, supervivientes de una vida expuesta al salitre, a las
galernas y a los Cuatro Vientos que señala la veleta en lo mas alto del faro.
Fotografías realizadas el 7 de septiembre de 2014
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