Allá donde se cruzan los caminos… decía el poeta. Y lo
convirtió en canción, en todo un himno de una época. Y allí se siguen cruzando
los caminos. Treinta años después, sigue manteniendo, en esencia, el mismo carácter,
la misma personalidad que en aquella década,
persevera de sobredosis y atentados; pero esperanzada de juventud, de anhelos y
proyectos, de creatividad y ganas de vivir. Esa esencia se sigue manteniendo en
el paisaje, con otra estética mas actual, pero continúa respirándose en sus
calles y adivinándose en los ojos de la gente. Y el paisanaje variado y
pintoresco, visitante y castizo, de paso y oriundo, sigue manteniendo el mismo
carácter. Eso sí, mas colorido, con mas acentos diferentes, con las mismas
historias de supervivencia y lucha aunque ya no vengan de provincias
diferentes, sino de otros continentes, aunque no huyan como entonces de las
miserias sudamericanas y lo hagan ahora de las africanas. Porque Madrid sigue
siendo el punto de encuentro y desencuentro. De amores y desamores. Laberinto
de pasiones. Meta de curiosidades y salida de decepciones. Sigue siendo, sin
duda, la urbe repudiada y reverenciada.
He vuelto a pasear sus calles, a explorar –esta ciudad si se
va con ojos de descubrir siempre te sorprende-, a re-descubrir plazas y calles.
Y es que, hoy hace 30 años que incorporé mi senda en ese cruce de caminos.
Una invitación al recuerdo "¿Dónde estuvimos hace 30 años?" En mi caso en Sevilla, viviendo encima de una panadería - siempre hay puntos de conexión.
ResponderEliminarYo repartía pan integral por Madrid y alrededores con una furgoneta tres días a la semana. Entretanto estudiaba televisión, veía mucho cine y me imaginaba secuencias y guiones...
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