Cuando las nubes se retiran de las cumbres de Picos y el sol
estival brilla en todo su esplendor, las rocas calizas se secan rápidamente y
el paisaje se convierte en un relieve árido. Solo las plantas instaladas en las
zonas más sombrías conservan en forma de gotas los vestigios de la humedad que las
da vida, indicios de lo que el roce suave de la nube había ido depositando
durante la noche.
Según avanzó el día, y escuchando la tormenta por la costa
asturiana, allá a nuestros pies, las nubes se desgajaron y las cumbres de la Sierra de Peña Sagra, de la Cordillera Cantábrica y del Macizo Oriental y Central dibujaron ante nuestros ojos un horizonte, no por conocido, menos majestuoso.
Fotografías realizadas el 25 de julio de 2015
¡Fotos espectaculares Pedro!
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