lunes, 30 de noviembre de 2015

Estacas de madera blanca


Estaba el valle vestido de tul, como una novia arregladita para la boda, en un lento y perezoso despertar festivo,  mientras, en lo alto, el cielo resplandecía luminoso y azul. El aire de la mañana, limpio y transparente, nos descubría siluetas lejanas. Los montes dibujaban horizontes color pastel y sinuosas curvas en un inmenso mar de nieblas.
Grandioso escenario donde ir en busca del horizonte del mar, lejano y nítido, y el perfil de la costa recortado en las olas. Donde casi tocar –y contar- las cimas mas altas antes que se cubran de nubes y las nieves las engalanen de blanco y se desencadenen ventiscas y fríos.

Sobre los brezos verdes, morados y ocres, sombras alargadas dibujan trazos negros, estacas de madera blanca encadenadas con alambre de espino que pretenden inútilmente poner límites al paisaje por donde van y vienen corzos y rebecos.








 Collado de Rumaceo y glaciar de Proaño



 A la izquierda el Castro Valnera y la montaña pasiega
 A la dercha el Pantano del Ebro, Reinosa y Campóo


 Crestería desde el Porracolina al Castro Valnera, debajo de este el Pico Jano y embalse de Alsa



 De izquierda a derecha: los Picos de Europa, Helguera, Cornón de Peña Sagra y Cueto de la Concilla



 En primer término, pico Cordel y Cueto Iján. A su izquierda, el Cuchillón y el Pico Tres Mares
 Debajo de el Cuchillón: Braña Vieja con el poblado de la estación de esquí




 Brañas de Sejos



















Y al caer la tarde, como despedida, el cielo nos ofreció  los colores cálidos del atardecer y desde lo alto del horizonte el rey del lugar dejó ver su altiva silueta mientras contemplaba que al irnos dejábamos todo su territorio en silencio e  inalterado.








(Haced clic con el ratón en las fotos para verlas a tamaño mas grande)
           
Fotografías realizadas el 14 de noviembre de 2015

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