sábado, 27 de agosto de 2016

La joya de Crespos


No importa por dónde vayas, ya sea en coche por la carretera que da acceso desde el valle de Zamanzas o caminando por la senda que viene de Munilla, llegar a Crespos es siempre tan agradable como descubrir un manantial cuando apremia la sed. Una localidad de escasos habitantes que, como en la mayoría de las de la zona, se multiplican en los meses del estío para mantener con vida las casas que les vieron nacer. Y es que uno descubre un pueblo pequeño y coqueto, muy bien cuidado, con casas conservadas con esmero y buen gusto y tanta tranquilidad que da al viajero la sensación de estar perdido en mitad de la nada. Y, por si fuera poco, en ese paraíso descubrimos, ¡toda una joya! -igual que el pueblo que la cobija: pequeña, coqueta y custodiada con esmero-, su iglesia románica. Modesto edificio del siglo XII y de construcción austera, pero de gran encanto por su sencillez y el conjunto de elementos arquitectónicos empleados que permite además de una completa observación en una breve visita o, por el contrario, una detallada contemplación en relajado silencio, solo ocasionalmente interrumpido en verano por el rumor durante los juegos de los pocos niños que disfrutan allí sus vacaciones.
Pero si coincide con vuestra visita –como nos ocurrió a nosotros- puede sorprenderos el repentino estruendo de los insistentes toques de claxon que se aproximan por la apenas transitada carretera y que –inicialmente desentonando notablemente con la tranquilidad del lugar- originan un alegre bullicio entre los mas pequeños… ¡ha llegado el heladero! Sí, en su furgoneta repleta de sabores y, nada menos, que desde Vitoria-Gasteiz. Un rato de parada para atender la demanda de niños y mayores y, de nuevo, a continuar el recorrido de pueblo en pueblo como lo hace también un día a la semana el pescatero que distribuye pescado fresco desde Santander ¡Servicio a domicilio sin pedido previo!























Fotografías realizadas en el 2016

lunes, 22 de agosto de 2016

Torres y murallas


La comarca de Liébana –y no pretendo aquí descubrir nada nuevo- es un territorio con unas características climatologías, etnográficas e históricas diferenciadas precisamente por su orografía. Valles rodeados de murallas y torres, y no me refiero a las espadañas y campanarios de las innumerables ermitas e iglesias que se esparcen por cada pueblo en torno al monasterio de Santo Toribio, sino a las altas cumbres que forman su contorno. Montañas que, en algunos casos son laderas empinadas, muchas veces cubiertas de bosque, y en otros, autenticas paredes de roca que parecen mantenerse en equilibrio sobre los pueblos. Defensas naturales a lo largo de la historia y protección eficiente de las humedades originadas por el mar. Y siempre, en cualquier época, un paisaje espectacular. Y siempre, de día descubriendo rincones y por la noche contemplando la silueta de las cumbres sobre los tejados de Potes, es un lugar muy especial.










































Fotografías realizadas el 15 y 16 de julio de 2016

jueves, 18 de agosto de 2016

Y como siempre, al norte, el mar


Si no es desde las alturas, es imposible contemplar la magnitud de los Puertos de Áliva porque a ras del suelo su geografía ondulada no permite ver lejos y divisar sus confines; además, para recorrerlos a pie, de un extremo a otro, es necesario emplear mas tiempo del que puede parecer.
De todas las cimas que rodean estas praderías de los Picos de Europa, el mejor mirador para descubrir detalladamente y en toda su extensión estas brañas es el Pico Cámara, en el Macizo Oriental, porque su modesta altura permite percibir relieves que desde otras cimas mas altas se vuelven planos e indefinidos. Los caminos que lo recorren se antojan entonces como trazos que rasgan un lienzo antes que las nieves invernales lo conviertan en una inmensidad inhóspita.
Además, el Valle de Liébana y la Codillera Cantábrica apenas se esconden tras las crestas de Cumbre Avenas y el Macizo Central, especialmente las laderas que descienden hacia el Duje, muestran la magnitud de sus desniveles. Y como siempre, para deleite los que osamos encaramarnos a estas cimas, al norte siempre se ve la franja azul del mar.






















Fotografías realizadas el 6 de agosto de 2016